El año mil que sigue al año mil
Por:
CSL
Juan
de Jerusalén, nacido en Francia en los alrededores de 1040, es
considerado por algunos, equivocadamente, uno de los nueve fundadores de la Orden de
los Caballeros del Temple (Templarios), en el año 1118. La Orden
obtuvo la aprobación eclesiástica en el Concilio de Troyes de 1128,
siendo reconocida definitivamente en el año 1163. Parece más acertado que fue uno de los primeros caballeros templarios, de nombre Jean d' Avallon, que participó, como caballero cruzado, en la toma de Jerusalén de 1099.
Los nueve fundadores fueron Hugo de Payns, Geoffroy de Saint-Omer, Andre de Montbar, Archamband de Saint-Aigman, Payer de Muntidier, Godofredo Bisson, Gondemaro, Hugo Rigaud y Rolando.
Los nueve fundadores fueron Hugo de Payns, Geoffroy de Saint-Omer, Andre de Montbar, Archamband de Saint-Aigman, Payer de Muntidier, Godofredo Bisson, Gondemaro, Hugo Rigaud y Rolando.
Un
manuscrito, datado en el siglo XIV, descubierto en Zagorsk, población
cercana a Moscú, habla de Juan de Jerusalén, calificándolo de
“prudente entre prudentes” y que sabía “leer y escuchar a los
cielos”.
También nos habla de él el libro de Fratus Iacobus,
“Rituales Secretos de los Templarios”, publicado en España en
1.991, cuyo autor se autodenominó iniciado templario. En sus textos
hace referencia a la existencia de siete ejemplares únicos del libro
de Juan de Jerusalén “PROTOCOLO SECRETO DE LAS PROFECIAS”. Según
Fratus, los libros sufrieron distintos destinos, incluyendo la
destrucción de alguno de ellos, y apuntando a la posibilidad de que
Nostradamus hubiese tenido acceso a un original.
Cuentan
que en el año 1941, en plena 2ª Guerra Mundial, miembros de las SS
germanas encontraron uno de los libros en una sinagoga de Varsovia.
Tras años desaparecido, algunos investigadores creen que “reaparece”
en los archivos de la extinta KGB soviética, publicándose
nuevamente allá por 1.994.
A
estas alturas, os preguntaréis que tiene de especial ese libro...
Pues bien, si los textos fuesen realmente escritos en la fecha que se
les supone, sobre el año 1100, las profecías de Nostradamus nos
parecerían escritas por un chimpancé.